jueves, 3 de julio de 2014

Recordando el llamado



Recordando el llamado



Andando (Jesús) junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés su hermano,
Que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. 
Y les dijo Jesús: 
Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres.
Y dejando luego sus redes, le siguieron.

Marcos 1 16 – 18


Las palabras “llamado” y “propósito” hoy en día se han convertido en el anzuelo frecuente de evangelistas para atraer gente a Jesucristo. Es común escuchar frases como “Dios tiene un llamado para tu vida…” o “Dios tiene un propósito para usted…” El problema es que si el oyente muriera al día siguiente, nosotros deberíamos preguntarnos ¿Cuál era el llamado o propósito de Dios para esa persona?

Nunca vamos a encontrar a Cristo o los apóstoles usando este tipo anzuelos en los evangelios, casi me atrevería a asegurar que todos tenemos un mismo y único llamado que debe ser nuestra mayor motivación para seguir una vida cristiana: “ser un pescador de hombres” como le dijo a Simón Pedro.

El cristianismo es como en los aviones, la azafata le dice a las personas antes del vuelo “en caso de despresurización póngase la máscara de oxígeno primero y luego ayude a los demás”.  Este mundo es un avión cayendo, usted necesita ponerse el oxígeno y ayudar a los demás.

Su llamado no es ocupar una silla en la iglesia, no es escucharme hablar o leer estas palabras. su llamado no es dar el diezmo, tampoco ser más “espiritual”. Su llamado es activo en la iglesia.

¿Qué debe prepararse para salir a predicar el evangelio? Claro! Pero antes que se esconda en su iglesia para “seguir preparándose” piense en lo siguiente:

El ministerio de Cristo duró aproximadamente 3 años y medio. Antes de esos 3 años y medio Él ya había enviado a los 12 apóstoles y otros 70 a predicar el evangelio. (Mateo 10: 1 – 15) (Lucas 10: 1 – 12), además piense que ninguno de ellos había recibido aún el Espíritu Santo. Pensar que se prepararon más rápido porque estaba Cristo con ellos, es menospreciar la obra del Espíritu Santo que está ahora con nosotros.

Ellos estuvieron listos antes de 3 años y medio, ¿Cuánto tiempo debe esperar usted para sentirse listo? Lo lamentable en la iglesia hoy en día es que los cristianos llevan años, 5, 10, 15 años y asumen una actitud pasiva en cuanto a su servicio, no se preocupan por el llamado de los que aún no han llegado, no hay amor por quienes pueden morir hoy e irse al infierno mañana.

La iglesia contemporánea es la culpable de infundir esta falta de activismo entre los hermanos. Todos reconocemos a un hermano recién convertido, es decir, cuando está en su “primer amor”. Éstos hermanos son activos, serviciales, no se avergüenzan del evangelio; pero es la misma iglesia la que se encarga de aplacarlos, les infunden temores como “que necesitan la aprobación del líder o pastor para predicar en las calles” o “que deben tener discernimiento para hacerlo y su falta de experiencia les impide tenerlo” o sencillamente la iglesia no les advierte acerca de las persecuciones y burlas que puede ocasionar el evangelio, lo que hace que los cristianos nuevos se desanimen pronto.

Por último la falta de preparación en la iglesia. Hoy en día abundan las conferencias en la iglesia acerca de la familia, el noviazgo, el uso del dinero, estudios de profecía, teología, etc, etc, etc, y  definitivamente NO está mal que se enseñen estas cosas, son temas que nos corresponden como cristianos, pero todos en su correcta medida. He comprobado en la práctica que incluso cristianos después de mucho tiempo (10 o incluso 20 años), no entienden el evangelio y por ende no saben cómo compartirlo. Hoy en día los hermanos saben mucho de muchas cosas en la iglesia, pero no se les ha preparado en lo fundamental: el evangelio de Jesucristo, salvar almas, llevar la buena noticia a las naciones.

Esta fue la principal preocupación de la vida de Jesucristo, no solo de hacer que sus discípulos fueran exteriormente “mejores personas” o tuvieran “una mejor familia” o fueran “mejores intérpretes del Antiguo testamento”. Su preocupación era la propagación del mensaje de salvación, las otras cosas vendrían por  añadidura, por la gloriosa y poderosa obra del Espíritu Santo.

Volvamos al llamado hermano, a ser pescadores de hombres como Cristo nos hubiera llamado si estuviéramos acá en tierra.