El arrepentimiento y bautismo
En aquellos días se presentó Juan
el Bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo: «Arrepentíos, porque
el reino de los cielos se ha acercado»,
pues este es aquel de quien habló
el profeta Isaías, cuando dijo:
Juan estaba vestido de pelo de camello, tenía un cinto de cuero
alrededor de su cintura,
y su comida era langostas y miel
silvestre.
Acudía a él Jerusalén, toda Judea y toda la provincia de alrededor del Jordán,
Acudía a él Jerusalén, toda Judea y toda la provincia de alrededor del Jordán,
y eran bautizados por él en el
Jordán, confesando sus pecados.
Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: «¡Generación de víboras!, ¿quién os enseñó a huir de la ira venidera?
y no penséis decir dentro de
vosotros mismos: “A Abraham tenemos por padre”,
Además, el hacha ya está puesta a
la raíz de los árboles;
Yo a la verdad os bautizo en agua
para arrepentimiento,
pero el que viene tras mí, cuyo
calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo.
Su aventador está en su mano para
limpiar su era.
Recogerá su trigo en el granero y
quemará la paja en fuego que nunca se apagará.
Mateo 3: 1-12
Si un día a nuestro hogar nos visitara
una figura pública importante, como un presidente o un ministro, seguramente
ese día nos vestiríamos con nuestro mejor traje, pondríamos los mejores
manteles, prepararíamos la mejor comida; todo esto para recibir a dicho
personaje. Ahora, ¿qué tal si este personaje es el presidente más importante de
toda la historia?, es nada menos ni nada más que el mayor representante del
reino de los cielos, de la justicia y la verdad, el Rey de reyes y Señor de
señores; con mayor razón no estaríamos dispuestos a recibirlo con harapos
sucios, ni malos modales; sino con la honra que se merece.
Pero este Rey proviene de un reino
espiritual y no busca el valor material, no quiere tu dinero, ni tu ropa y
mucho menos tu condición social. El busca tu arrepentimiento. (Mateo 9: 13),
Así empieza Juan el Bautista su
predicación “Arrepentíos, porque el reino
de los cielos se os ha acercado”. El pecado es una mancha en el vestido, un
roto en el pantalón; y no recibiríamos al presidente de Estados Unidos con un
vestido sucio ni roto, hay que lavarlo antes de usar para presentarse limpio, éste
es el arrepentimiento. Presentarse ante Dios sin arrepentimiento es como
presentarse ante un rey con la ropa sucia. Confesar los pecados ante Dios es
presentarse de manera humilde, reconociendo que nada puedes ocultar ante El y
bautizarse es el símbolo de ese lavamiento.
Pero acá, hay un motivo para
arrepentirse, “arrepentíos, porque el
reino de los cielos se os ha acercado”, y esto hace parte del verdadero
mensaje de Jesús, Él no vino a hablar de religión (nunca menciono ni a
católicos, evangélicos, pentecostales, bautistas, etc), ni tampoco puso su
enseñanza en el plano de una creencia particular. Él como digno representante
del reino de los cielos, vino a mostrarnos cuál es la realidad espiritual de
ese reino.
Esta realidad no está sujeta a
opiniones ni creencias, es y no deja de ser a pesar de lo que piensen o se
interprete hoy en día. Nosotros podemos pensar que la Tierra es plana, otros
que es cuadrada, pero eso no significa que la Tierra deje de ser redonda aún si
todos creyéramos que es de otra forma.
“Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de
Israel, que a Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y
Cristo.
Al
oír esto se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles:
Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro
les dijo: Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de
Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.”
Hechos
2: 37 y 38
Acá vemos como poco después de la
muerte del Señor Jesucristo el mensaje de Pedro coincide con el mensaje de Juan
el Bautista: “Arrepentíos y bautícese
cada uno de vosotros…”. Reitera el objetivo del arrepentimiento y el
bautismo para ser perdonados de nuestros pecados, no para cambiarnos de
religión, ni para ser identificados con algún grupo social u ONG, es para ser
identificados con Cristo, principal representante del reino celestial.
“¿O
no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en el nombre de Jesús, hemos
sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con Él
para muerte para el bautismo, a fin de que como Cristo resucito de los
muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.”
Romanos
6: 3-4
A veces he escuchado la expresión “cuando me convertí del catolicismo al cristianismo”,
si has usado esta frase alguna vez, tal vez no has entendido bien el evangelio.
Es cierto que Dios vino a desarraigarnos de nuestra religión y vanas
tradiciones (Marcos 7: 6-9, Colosenses 2:8, Filipenses 3: 4-11), pero si de
algo nos hemos convertido, es de nuestros malos caminos y nuestra vana manera
de vivir. El objetivo verdadero del
evangelio es cambiar nuestra manera de vivir, no persistir en las malas
costumbres, en la idolatría, en la codicia, etc.
“Y
si invocáis al Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra
de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo
que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, no con cosas
corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo,
como un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la
fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor a
vosotros, y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los
muertos y le ha dado gloria, para que vuestra Fe y esperanza sean en Dios.”
1
Pedro 1: 17-21
“si se humilla mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y
oran, y buscan mi rostro, y se convierten de sus malos caminos; entonces
yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra.”
1 Crónicas 7: 14
Esta es la
realidad, convertirnos de nuestros malos caminos, eso es lo que realmente
importa, pero hay además un buen motivo para arrepentirse y bautizarse:
Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su
bautismo, les decía: «¡Generación de víboras!, ¿quién os enseñó a huir de la
ira venidera? Producid,
pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no penséis decir dentro de vosotros
mismos: “A Abraham tenemos por padre”, porque yo os digo que Dios puede
levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. Además, el hacha ya está
puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es
cortado y echado al fuego.
Mateo 3: 7-10
¿A
que se refiere Juan cuando habla de la ira venidera? La advertencia sobre el
santo juicio de Dios en el final de los tiempos es parte importante del mensaje
del reino de los cielos que enseño
Cristo y podremos verlo en varias de sus parábolas como la del trigo y la
cizaña (Mateo 13: 24-30 y 36-43), La red (Mateo 13: 47-50), la fiesta de bodas
(Mateo 22: 1-14) las vírgenes (Mateo 25: 1-13) los talentos (Mateo 25: 14-30)
solo para citar algunas de las muchas parábolas que mencionan el juicio
venidero.
También
podemos citar tan solo uno de varios pasajes que menciona Cristo acerca del
juicio:
“Cuando el hijo del hombre venga
en su gloria,
y todos los santos ángeles con Él, entonces se sentará en su trono de gloria, y
serán reunidas delante de Él todas las naciones y apartará a unos de los otros,
como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su
derecha y los cabritos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los de su
derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para
vosotros desde la fundación del mundo…
…Entonces también dirá a los de la
izquierda: apartaos de mi, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y
sus ángeles….
… e irán éstos al castigo eterno y
los justos a la vida eterna.”
Mateo 25: 31- 46
Esta
es una clara advertencia sobre el juicio eterno que ocurrirá en la venida del
hijo del hombre, es decir, de nuestro Señor Jesucristo. Hay razones para arrepentirse y bautizarse:
para huir de la ira venidera, para
ser contado entre las “ovejitas” y no
entre los “cabritos”, para ser herederos de un reino previamente
preparado, para recibir el don del Espíritu
Santo, para andar en vida nueva y
para no ser cortados como un árbol que
no da buenos frutos, entre otras cosas.
Pero la predicación
de Juan el bautista era además un atisbo profético de lo que estaba a punto de
suceder. La casa de Israel a causa de su desobediencia estaba a punto de ser
cortada para que los gentiles (las piedras) recibieran el evangelio y así, ser
contados como “hijos de Abraham”.
“Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a
su bautismo, les decía: «¡Generación de víboras!, ¿quién os enseñó a huir de
la ira venidera? Producid,
pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no penséis decir dentro de vosotros
mismos: “A Abraham tenemos por padre”, porque yo os digo que Dios puede
levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. Además, el hacha ya está
puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es
cortado y echado al fuego.”
Mateo 3: 7-10
El pueblo Judío, en especial
las autoridades religiosas, acá representadas con los fariseos y saduceos
estaban confiados en la promesa hecha por Dios a Abraham (Génesis 15: 5),
pensado que por ser hijos de Abraham, Dios habría de justificar su vana manera
de vivir, pero eso, estaba pronto a cambiar, por eso dice: “el hacha ya está puesta a la raíz de los arboles” el pueblo de
Israel estaba a punto de caer en desobediencia rechazando al Hijo de Dios, pero
Dios levantaría hijos de las piedras y
el evangelio sería finalmente declarado a todas las personas de la Tierra.
“El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban
en sombras de muerte, luz resplandeció sobre ellos.”
Isaias 9:2
“Pues como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a
Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos,
así también éstos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia
concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia. Porque Dios
sujeto a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.”
Romanos
11: 30-32
Y hasta el día de hoy el
pueblo de Israel permanece en desobediencia y nosotros esperamos que alcancen
misericordia así como también un día sucedió con nosotros y finalmente
reconozcan a Jesucristo como Señor y Cristo.
El arrepentimiento y el
bautismo no deben ser en vano; debe ser el prerrequisito para presentarnos ante
Dios y no hacer infructuoso el sacrificio de Cristo, de esta manera llegaremos
humildemente ante Él, y El estará dispuesto a perdonarnos, a salvarnos de la
ira venidera, a ungirnos con el Espíritu Santo y darnos una nueva vida cuyo
sello es que hemos muerto junto a El para finalmente ser merecedores de su herencia
en el reino de su Padre.
Que así sea.
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