jueves, 20 de septiembre de 2012

LA REVELACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO




LA REVELACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO



Y yo os rogare al Padre, y os dará otro Consolador,
para que este con vosotros para siempre:

El Espíritu de verdad,
el cual el mundo no puede recibir,
porque no le ve, ni le conoce,
pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros,
y estará en vosotros.

Juan 14: 16-17


Después de la muerte y resurrección del Seños Jesús, el tuvo que dejar a alguien encargado de la obra acá en la tierra mientras él nos prepara morada a nosotros[1], ese encargado es el Espíritu Santo. No quiere decir que el Espíritu Santo no haya intervenido antes de la muerte de Cristo, si no que después de su muerte, fue necesario que se encargara de todo el plan de Dios. Como vemos nosotros Jesucristo fue ungido por Espíritu Santo en el bautismo (que obviamente fue antes de su muerte):

 “Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él.”

Mateo 3: 16

La palabra espíritu se confunde en el griego (Pnéumatos) y el hebreo (Ruaj) con la palabra viento, ya que es en realidad la misma palabra. Por eso es natural encontrar algunas confusiones en la traducción de la biblia cuando se trata de ésta palabra[2]. Los apóstoles  describen la manifestación del Espíritu Santo como un vientoel día de pentecostés:

“Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.”

Hechos de los Apóstoles 2: 2-4

Los apóstoles recibieron al Espíritu Santo después de la muerte del Señor Jesús, porque antes el Señor estaba con ellos y les enseñaba, pero después de su muerte fue necesario que todas las cosas  les fueran recordadas, y que los que vendrían después de ellos también fueran enseñados por el propio Espíritu.

Finalmente, el Espíritu Santo es quien hace la obra de Dios acá en la tierra, es quien nos capacita y cubre nuestras falencias como seres humanos y quien actúa también por medio de nosotros. Por eso Cristo cuando envía a sus discípulos les hace la siguiente afirmación:

“ Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros.”

Mateo 10: 19

Hoy en día la palabra espíritu tiene una connotación particular, y se refiere a ánimo, valor o esfuerzo con el que se hacen las cosas; por ejemplo, cuando decimos: ese joven tiene “Espíritu aventurero”, no es que el joven este poseído si no que tiene un vigor natural que lo impulsa a obrar hacia la aventura. Una vez ya hemos creído en el Padre por medio del hijo, es justamente el Espíritu Santo este vigor natural que nos debe impulsar a obrar.

Hay que ser claro y no dejar lugar a especulaciones, no quiere decir que vayas a estar “poseído” del Espíritu Santo, que no vas a tener voluntad y serás como un robot que hace lo que Dios quiere, su función es suplir todas esas fallas que tenemos como seres humanos  para que al fin podamos andar en los estatutos del Señor y hacer buenas obras; ya no en la carne, si no en el espíritu. Por eso dice en la palabra:

“Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.

Ezequiel 36: 26-27

Hay que ser consiente que nuestra manera de vivir puede apagar el Espíritu Santo y por ende, el deja de actuar en nosotros:

“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.  Y no contristeis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.  Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia”.

Efesios 3: 29-31

Una de las razones por la que el sacrificio del cordero que hacían los judíos era ineficiente y se tuvo que pasar a un nuevo pacto, era porque ellos no obedecían los estatutos de Dios. Podías sacrificar el pobre animalito para expiación de tus pecados y seguir con tu vida al día siguiente siendo la misma persona, sin remordimiento y sin arrepentimiento, pero tranquilo porque hiciste el sacrificio que te correspondía. No había un cambio en las personas, no había una conversión genuina de parte del pueblo de Dios y sabemos además que para el hombre es imposible guardar los altos estatutos de Dios. Por eso era necesario un nuevo consolador, para obedecer al Señor pero no en la ley, sino en la gracia y ser fortalecidos por medio de su Espíritu en todas nuestras debilidades.

Otro pasaje que aclara lo dicho anteriormente esta en la carta de de Pablo a la iglesia de Galicia:

“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. (acá Pablo especifica que para andar en el espíritu hay que tener un cambio genuino) Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley  (si no en la gracia).

Y manifiestas son las obras de la carne, que sonadulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. 
(Porque sencillamente no han recibido el Espíritu, porque si lo hubieran recibido, ¿Cómo andarían todavía en las cosas que son contrarias a Él?

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.  Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. 

Gálatas 5: 16 – 25

Hoy en día estos frutos del Espíritu que menciona la carta a los Gálatas, se han puesto a un nivel religioso, y eso ocurre porque siempre se toma descontextualizado el pasaje. Los frutos de la carne son los que ya mencionó Pablo: adulterio, fornicación, inmundicia, etc. pero debemos hacerlos morir para que en su lugar haya amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. Para que el día de la prueba puedas tener paz, para que el día de la discusión puedas responder con mansedumbre, para que el día de la aflicción puedas tener gozo, primero hay que hacer morir las cosas de la carne.

¡Estos pasajes no son talismanes! no basta con leerlos y hacer una oración, hay que ponerlos en práctica.



Dones del Espíritu

Otra función importante del Espíritu Santo aparte de ayudarnos a andar en los caminos de Dios, es prepararnos para la obra. Para esto hay que tener en cuenta que el Espíritu trabaja de manera distinta con cada uno de nosotros, porque cada uno debe ser fortalecido en distintos aspectos. Unos son débiles para unas cosas pero fuertes para otras y viceversa. Podemos leer el siguiente pasaje:

“No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales. Sabéis que cuando erais gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos.  Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo.

Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo.  Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.”

1 Corintios 12

Acá vemos como el Espíritu Santo coordina la obra que dejo Jesucristo en la tierra, por medio de diferentes ministerios y dones, estos dones se reparten según la necesidad del lugar donde se esta haciendo la obra por medio del Espíritu. También según la necesidad específica de cada persona, hay gente mas sabia que otra, hay hermanos con mas Fe que otros en la iglesia, hay gente también mas temerosa que otros. Por eso dice en Santiago:

 “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.”

Santiago 1:5 

También por eso una de las bienaventuranzas es:

“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.”

Mateo 5:3

En mis propias palabra yo diría, bienaventurados los pobres de espíritu porque ellos serán llenos del Espíritu Santo ¿no es esto asombroso? Pero una vez mas es importante reconocer en que estamos incompletos y presentarnos delante de Dios humildes de corazón. Si somos faltos de sabiduría para comprender la palabra, hay que pedírselo al Señor, si estamos faltos de Fe, hay que pedírsela al Señor, si hay falta de temor de Dios, si no sabemos cómo compartir el Evangelio, hay que pedir a Dios que el Espíritu Santo llene estas falencias que en nuestras propias fuerzas no podríamos superar.






[1] Juan 14: 2
[2] Juan 3: 8

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