sábado, 11 de agosto de 2012

La Revelación del Padre



LA REVELACIÓN DEL PADRE



Y plantó Abraham un árbol tamarisco en Beerseba, e invocó el nombre de Jehová Dios eterno.

Génesis 21: 33

Antes que cualquier cosa existiese, ya existía Dios. Nunca tuvo un inicio y jamás tendrá un final, esto es a lo que se le llama eternidad. Dios además de ser eterno, es inconmensurable; esto significa que no tiene medida. No es alto, ni profundo, ni ancho y ninguna forma lo puede contener y esto lo hace omnipresente. Por eso escribió el Rey Salomón después de edificar el templo:

“pero, ¿es verdad que Dios morará sobre la Tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos no te pueden contener; ¿cuanto menos esta casa que yo he edificado?”

1 reyes 8: 27

Si no tiene forma ni medida, es por consiguiente invisible; como lo dice en el versículo 18 del capítulo 1 de Juan: “a Dios nadie lo vio jamás.” Además este Dios no es un “vacio” inexplicable, si no es más bien una plenitud, es decir que está lleno, completo; y de esta manera todas las cosas provienen de Él y Él no depende de nada para existir. Esto se puede explicar a través de este ejemplo:

Supongamos que tengo una canasta llena de frutas, de toda clase de frutas: peras, naranjas, manzanas, etc. Si en determinado momento quisiera una naranja, solo sería cuestión de tomarla de la canasta. Esto es contrario a pensar que todo ha salido de la nada, que nunca existió una canasta de frutas y de repente apareció una naranja. ¿Por qué pensar que el Universo salió de la nada y que es autosuficiente?  El Universo es tan solo parte de una plenitud de donde provienen todas las cosas, es decir: Dios mismo.  

Este concepto de Dios es completamente distinto al de los dioses mitológicos que aparecían en otras culturas antiguamente. Generalmente los dioses tenían formas humanas o animales que nacían y morían en manos de envidias, odios y celos; más propias del carácter humano que de una deidad divina. El Dios de la biblia es muy diferente: nadie lo puede ver, no tiene forma y jamás nace o muere.

Pero, ¿Cómo conocer a un Dios que no puedes ver, ni tocar, que no sabes de donde viene, ni en donde va a culminar? La biblia no da algunas pistas de cómo contemplar a este Dios:

“porque las cosas invisibles de Él (de Dios), su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.”

Romanos 1: 20
La Creación

El primer reflejo de la gloria de Dios, la primera forma de contemplarlo es la propia existencia. Las preguntas más obvias a veces son las más difíciles, ¿Por qué hay algo en lugar de nada? ¿De dónde provienen todas las cosas? y una cosa que nunca nos podrá explicar la ciencia: ¿Cuál es su propósito?

La propia creación habla de Dios. El inmenso Universo habla de su grandeza y el diseño habla de su inteligencia, el hombre mismo habla del propósito y si tomamos a cualquier ser vivo y lo estudiamos, descubriremos la perfección con la que ha sido hecho cada detalle del Universo. Todo habla de Dios, aún así, todos vemos el mismo amanecer, el mismo sol, las mismas estrellas; pero solo pocos reconocemos a Dios.

De ésta manera Dios nos invita a conocer el Universo y su creación. En principio, todo conocimiento acerca del universo nos debería acercar a Dios (y no alejar de El) y cada nuevo descubrimiento nos habla de su carácter, por eso no debemos tener miedo cuando se habla de biología, física, astronomía, etc. porque finalmente todo nos habla de Dios. Aún así, también hay una advertencia:

“Oh, Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas platicas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia, la cual profesando algunos, se desviaron de la fe. La gracia sea contigo. Amén.”

1 Timoteo 6: 20-21

El problema nunca ha sido ni será el conocimiento. El problema es la falsamente llamada ciencia, porque así como hay personas interesadas en estudiar a plenitud el universo y conocerlo como realmente es y sin prejuicios;  también hay quienes se desvían en teorías vanas con poca evidencia empírica, ofreciendo un mundo material donde no vales más que la materia de que estas hecho, negando por completo la parte espiritual y el propósito, sobreponiendo el azar y la casualidad sobre la perfecta voluntad de Dios. De esta manera se pierden los valores y la importancia de la vida, porque si no hay un propósito, ¿qué importa si matas a alguien? Si finalmente no vale más que el polvo.

Aunque parezca increíble, hay gente que se conduce bajo estos parámetros y aún así, se llaman defensores de la ciencia y el conocimiento. Esto no es de extrañar, porque esa es la contienda que ha tenido Satanás con Dios desde que el hombre existe. Al acusador le conviene que no despiertes tu parte espiritual, es mejor que pienses que eres el resultado de un mono, que no eres más que un animal, un ser insignificante y que ignores la ira y el juicio venidero y sobre todo la realidad del reino de los cielos. Hoy en día esta “ciencia” sobrepasa en gran manera a los mitos y fabulas y en ocasiones se vuelve tan emocional como cualquier religión.

Solamente reitero, el problema no es el conocimiento, sino la manipulación que se le da a este, hay una ciencia verdadera que acerca los hombres a Dios y otra que tiene fines materialistas. De cualquier modo, la manipulación del conocimiento, solo trae engaño y discordia entre las personas.


De esta manera, tenemos un primer testimonio de la existencia de Dios, que es la creación misma, la existencia; pero, ¿ha dejado este Dios la creación a su suerte? ¿Ha dejado Dios de entenderse con sus hijos desde que los creó? o más bien, ¿Ha intervenido Dios en la historia del hombre?



Un pueblo escogido

Dios interactuó de manera directa con Adán, Eva y sus descendientes. En cada época escogió un remanente a causa de la maldad de los hombres. [1] Cuando sucedió el diluvio, Dios escogió a Noé y su familia porque él era un hombre justo, pero no tuvo que pasar mucho tiempo después del diluvio para que los hombres se apartaran de Dios y de nuevo tuvo que escoger a Abraham para edificar su simiente, la que invocaría el nombre del Dios eterno y no los dioses paganos.[2]

Luego después de la cautividad de Israel en Egipto, levanto a Moisés para que liberara a su pueblo que estaba oprimido y regresarlos a la Tierra que le había prometido a Abraham.[3]

Pero, ¿Cómo se manifestaba este Dios invisible a los hombres? De varias maneras. En varias ocasiones el Ángel de Jehová trasmitía su mensaje. Este ángel no es Dios propiamente, es como la misma palabra ángel lo indica: un mensajero. No puede ser Dios mismo porque ya sabemos que Dios no tiene forma ni cuerpo físico, no por eso un ángel es para menospreciar, antes bien; siempre eran recibidos con respeto.[4] Muchos también asocian a este ángel de Jehová con Jesucristo, pero tampoco podría ser de esta manera, porque Cristo aún no había sido manifestado.   

“Y la halló (a Agar)  el ángel de Jehová junto a una fuente de agua en el desierto, junto a la fuente que esta en el camino de Shur.”

Génesis 16 : 7

“Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí.”

Génesis 22: 11

Este mensajero de Dios podía tomar varias formas, como lo vemos en el siguiente pasaje del libro de Éxodo:


“Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía.”

Éxodo 3: 2

Podemos encontrar muchas otras diferentes manifestaciones de Jehová por medio de su ángel y donde éste toma diferentes formas, pero también Jehová se manifestó al pueblo de Israel de una manera muy particular:

Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche”

Éxodo 13: 21

Otra forma importante de como se manifestaba Dios al pueblo de Israel era la “Shekináh”, que es traducido al español como la Gloria de Dios, pero también se refiere a la Presencia de Dios y también se traduce como la morada o la habitación de Dios. La Shekináh es básicamente la manifestación de la presencia de Dios en medio de su pueblo.

“Entonces Moisés subió al monte, y una nube cubrió el monte. Y la gloria de Jehová reposó sobre el monte Sinaí, y la nube lo cubrió por seis días; y al séptimo día llamó a Moisés de en medio de la nube. Y la apariencia de la gloria de Jehová era como un fuego abrasador en la cumbre del monte, a los ojos de los hijos de Israel. Y entró Moisés en medio de la nube, y subió al monte; y estuvo Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta noches.”

Éxodo 24: 15-18



Esta Gloria también cubría el tabernáculo y el templo de Dios:

Entonces una nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo.
Y no podía Moisés entrar en el tabernáculo de reunión, porque la nube estaba sobre él, y la gloria de Jehová lo llenaba. Y cuando la nube se alzaba del tabernáculo, los hijos de Israel se movían en todas sus jornadas; pero si la nube no se alzaba, no se movían hasta el día en que ella se alzaba.
Porque la nube de Jehová estaba de día sobre el tabernáculo, y el fuego estaba de noche sobre él, a vista de toda la casa de Israel, en todas sus jornadas.”

Éxodo 40: 34 - 38

“Y no podían los sacerdotes estar allí para ministrar (en el templo), por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Dios.”

2 Crónicas 5: 14

Como hemos visto, Dios se manifestó de muchas maneras en el antiguo pacto, pero aún nos falta conocer la más grande manifestación de Dios con los hombres.


[1] Dios no escogió a todos los hombres, porque no todos andaban en sus caminos.
[2] Estos dioses eran ángeles caídos que se hacían pasar por dioses para ser adorados.
[3] Génesis 12: 6-7
[4] Génesis 19: 1-3

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